Me entra un breve pero intenso periodo de angustia existencial en estos últimos días. Basta de vacaciones mentales. Me había resistido a la normalidad pero ha vuelto sin preguntarme, así que mejor darle por su lado que rezagarse. La filosofía y el psicoanálisis me han hecho mucho daño. Ese cuaderno lleno de hojas en blanco por estrenar como decía no sé si Mafalda o Felipito, me pone muy nerviosa. Aunque el tiempo y los calendarios son una estructura mundana, y los cambios son lo único que permanece, cerrar ciclos es la especialidad de mis conflictos. Asumir el acontecer como lo que es, un instante que olvidaré. Pensar en los pasados doce meses es cada vez más trabajo, recorrer lo mucho que hemos vivido y cómo hemos crecido, porque nunca seremos aquella persona que se detuvo a reflexionar 365 días atrás sobre lo que pasó y le cambió la vida. Un año nuevo, doce meses enteritos para planear. Planear es divertidísimo como la comodidad de pensar en el después. Lo fabuloso de los primeros días de enero es que todo lo que uno concibe sabe a ilusión y el futuro se presenta de lo más seductor. Aún no sabemos si es tan sólo un espejismo.
Me encanta la primera parte del año porque me dura poquitito, apenas y se sienten esos meses, cuando uno abre los ojos ya se va a acabar el año otra vez, sobre todo ahora que las navidades empiezan en octubre.
Me encanta la primera parte del año porque me dura poquitito, apenas y se sienten esos meses, cuando uno abre los ojos ya se va a acabar el año otra vez, sobre todo ahora que las navidades empiezan en octubre.
1 comentario:
Marianusk, felicidades, resumiste la virtud de esas fechas a tu manera, lo mejor es vivir lo ke paso y saber lo ke viene.
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